Saul Simth Gomez Rondon
Gloribel Tejada
Marleny del Pilar
Alrededor
del mundo la violencia intrafamiliar es
conocida como uno de los problemas que más afectan la sociedad. La violencia Intrafamiliar como aquella violencia que
tiene lugar dentro de la familia, ya sea que el agresor comparta o haya
compartida el mismo domicilio, y que comprende, entre otros, violación,
maltrato físico, maltrato verbal, psicológico y abuso sexual.
Todos sabemos que siempre es
triste y doloroso arrastrar la vida cuando no se recibió amor, sobre todo de
los padres durante la niñez. Todo el que ha estudiado siquiera un poco al ser
humano, le va a decir que los cinco primeros años de la vida dejan una marca
imborrable para toda la vida, para bien o para mal. Por eso, el privar a un
niño de amor es como privar de fertilizante a un árbol que empieza a crecer,
pero el golpearlo es como echarle veneno, lo va a terminar de matar
psicológicamente y emocionalmente, o mejor va a crecer herido de muerte. Pero
hay golpes y golpes, algunos golpes sacan sangre o dejan morados, incluso un
mal golpe puede producir la muerte, pero hay otros más sutiles que no se ven,
pero que se graban a fuego lento no sólo en mente sino en la identidad de ese
niño o de esa niña. Se graban en su "yo", y los frutos de estos
golpes emocionales se van a ver después en sus relaciones con personas
significativas y en su relación con el mundo.
Me gustaría hablar un poco más detalladamente de
esos golpes, que solamente los ven o los oyen quienes los dan, aunque no
piensen en las consecuencias futuras y terribles que van a traer en sus hijos.
Está claro, que cuando se repiten los golpes
físicos, pero sobre todo los psicológicos o emocionales, se va agotando el
amor. Nosotros los adultos sabemos cómo duele el silencio, tal vez más que las
palabras ofensivas. Ese silencio es el peor de los castigos, ahora imagínese a
un niño que no ha hecho nada y no se le habla, y no se le abraza y acaricia,
cómo se va conformando su identidad...pensemos en eso.
¿Han pensado en el daño que hacen a sus hijos,
posiblemente muchas veces sin darse cuenta, cuando en lugar de relacionarse con
sus hijos pequeños están preocupados del trabajo, con la limpieza, etc., en
forma obsesiva y perfeccionista la casa? Son golpes lentos que van formando
defectuosamente la escultura de su hijo.
Silencio y ausencia, cuando se reprocha al hijo los
pequeños errores pero cierras tu corazón y tu boca cuando hace algo bien. Por,
ejemplo, cuando el niño empezó el kínder e hizo un dibujo, que pudo ser cuatro
rayas cruzadas, pero que para él era algo muy bonito y viene el padre y le
reclama como se siente ese inocente en ese momento, cuando deberíamos hablarle
con amor y compresión al momento de reclamarle algo.
La violencia familiar está cada día más corrompida
ya que los principales problemas vienen desde el hogar, uno de los problemas es
la pobreza en la que vivimos que llevan a los padres maltratar a sus hijos.
En todas las familias existe cierta
disfuncionalidad en mayor o menor grado. A menudo las personas codependientes
han sido objeto de algún tipo de abuso físico o verbal, o sufrieron el abandono
de uno de sus padres o de ambos, ya sea físico o emocional.
El codependiente busca alivio en alguna adicción
para "anestesiarse" ante su dolor. A veces lo hace a través de
relaciones personales disfuncionales y muchas veces dañinas; o mediante
adicciones al dinero, el sexo, la ira, las drogas, la bebida, etc. El
codependiente está atado a lo que le sucedió en su familia de origen y se
siente internamente torturado por ello, aunque la mayoría de las veces no se da
cuenta de lo que le está sucediendo.
Cada uno de nosotros tenemos una necesidad innata
de recibir amor. A esta necesidad la podemos llamar "el tanque del
amor". Al nacer el niño, ese tanque está vacío. Si los padres son personas
emocionalmente sanas cuyos tanques de amor están llenos, pueden llenar el tanque
de sus hijos y estos crecerán y se desarrollarán psicológicamente sanos. Sin
embargo, si uno de los padres o ambos no tenían lleno su propio tanque, lo más
probable es que el niño no reciba suficiente amor porque su padre o su madre no
lo tuvieron para darlo. Esta falta de amor deja cicatrices en el alma de los
niños que llevan a ciertos comportamientos disfuncionales en la adultez, como
la codependencia. El codependiente no puede dar lo que no recibió, por lo
tanto, la codependencia se convierte en un círculo vicioso que continúa de
generación en generación si no se busca ayuda psicológica.
Los niños de familias disfuncionales crecieron sin
haber escuchado mensajes importantes de sus padres tales como; "eres muy
inteligente", "estás haciendo un buen trabajo" o "gracias
mi amor, agradezco mucho tu ayuda." Debido a ello al crecer se sienten
abandonados, tienen baja autoestima y buscan la aprobación de otras personas
para sentirse mejor consigo mismos. A veces su hambre de amor y aprobación son
tan
grandes al llegar a la adolescencia o la adultez,
que están dispuestos a soportar cualquier cosa, con tal de recibir aunque solo
sean "migajas" de cariño y atención.
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